En un emotivo gesto que tocó los corazones de muchos, una monja francoargentina de 81 años, Genevieve Jeanningros, rompió el protocolo en la Basílica de San Pedro para despedirse del papa Francisco.

Aunque el momento estaba reservado exclusivamente para cardenales, obispos y sacerdotes, la hermana Genevieve se acercó al féretro del pontífice argentino para rezar en silencio.

El instante fue captado por las cámaras del circuito cerrado y rápidamente se viralizó en redes sociales.

La monja pertenece a la orden de las Hermanitas de Jesús. Con una pequeña mochila al hombro, la hermana no se limitó a una simple despedida. Se quedó en silencio, en una de las esquinas del recinto, junto al cuerpo del Papa.

Allí, oró durante siete minutos, sin contener las lágrimas. El respeto por su momento fue tal que, aunque muchos la observaban, nadie la interrumpió ni intentó apartarla del lugar.

Durante ese tiempo, obispos, cardenales y personal del Vaticano continuaron su paso, mientras ella permanecía en oración.

Sor Geneviève no era una desconocida para el Papa. Ambos mantenían una relación cercana desde hacía años.

El propio Francisco la llamaba con cariño la enfant terrible, apodo que hablaba de su fuerte personalidad y su entrega a causas poco comunes dentro de la Iglesia.

Con 81 años, esta religiosa ha dedicado gran parte de su vida a acompañar a mujeres transexuales e integrantes de la comunidad LGBT+ y artistas callejeros y de circo, en la localidad de Ostia, en Italia.

Este acto sencillo, pero poderoso, demuestra cómo la fe y la emoción pueden traspasar barreras, incluso dentro de la rigurosa etiqueta vaticana.

Una escena que quedará grabada en la memoria colectiva de quienes siguen con atención estos días de luto por el pontífice.