El presidente Donald Trump volvió a mover las piezas en el tablero del comercio internacional. Esta vez, aflojó la cuerda a la industria automotriz al firmar dos órdenes ejecutivas que reducen el impacto de los aranceles a vehículos y autopartes importados.
La primera orden ofrece un sistema de compensaciones para las empresas que ensamblen autos en Estados Unidos. Durante el primer año, se les regresará hasta un 15% del valor de lo que producirán localmente. Para el segundo año, será un 10%. La idea, incentivar la producción nacional y reducir la dependencia de lo extranjero.
Además, se aclara que si un auto tiene al menos 85% de contenido de origen estadounidense o del T-MEC (Tratado entre México, EE. UU. y Canadá), no pagará aranceles el primer año.
La segunda orden evita que se sumen los aranceles a los autos con los de materiales como el acero y el aluminio. Es decir, no más “doble castigo” por importar piezas y luego fabricar con ellas.
Las partes automotrices que cumplan con el T-MEC quedarán libres de los nuevos aranceles.
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