El Vaticano ha revelado este fin de semana los primeros símbolos oficiales del papa León XIV, y entre detalles tradicionales y gestos cargados de historia, dos elementos destacan por marcar distancia con su antecesor, Francisco: su firma y su retrato.
A diferencia del sobrio “Franciscus” con el que Jorge Bergoglio quiso dejar su huella, la rúbrica de León XIV retoma la fórmula clásica al incluir “P.P.” Pontifex Pontificum, subrayando su rol como líder espiritual en continuidad con siglos de tradición.
También su retrato oficial da un giro más solemne. Frente a la imagen austera de Francisco con solo su sotana blanca y la cruz del Buen Pastor, León XIV posa con muceta roja, estola bordada y una cruz pectoral dorada que contiene reliquias de San Agustín y Santa Mónica, una clara alusión a sus raíces agustinianas.
El escudo del nuevo Papa refuerza esa línea: un corazón atravesado por una flecha sobre un libro cerrado, símbolos de la conversión de San Agustín, acompañado del lema In Illo uno unum (“En aquel único, uno solo”), que llama a la unidad dentro de la diversidad eclesial.
Más que un cambio estético, estos elementos hablan de un papado que busca equilibrio entre la tradición y los desafíos del presente.
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